Nuestros amigos del intermundo nos acercan este post dedicado a la obra de un particular y muy, muy interesante compositor de música electrónica y futurística, iniciado en las artimañas del arte para niños pero también capaz de echarse una obrita con semejante título.
Si bien al Dr. Cocochio le hace ruido un post en inglés escrito por un argento, el Dr. también recuerda que todos perdonamos a Luca. Aunque Luca no era Argento... Buej, buej, qué se yo, ponemos una fichita, qué mal nos va a hacer, ¿verdaC?
Tras haber dejado una marca nada despreciable en el rock nacional con su anterior banda Don Cornelio y la Zona, el frontman Roberto Palo Pandolfo y el bajista Federico Gahzarossian reincidirían creando la que se transformaría en una de las bandas más significativas de los '90 por estos lares.
Herido de Distancia, última obra de la banda y suerte de gréitest jíts -si bien con algún que otro temita nuevo- es uno de esos discos que le permiten a muchos de nuestra generación rememorar grandes momentos sin por ello caer en la melancolía.
A ver... este disco viene a cerrar una anécdota. Resulta que durante los últimos años de la primaria llega a mi walkman un cassette grabado con un disco de cada lado. Me resultaba tan extraño como adictivo y pasó a formar parte de una especie de ritual secreto que conjugaba playas de la costa argentina, introspección y la escucha de esta extraña música pagana que, para entonces, me era toda una revelación (sino era Roxette, que también los escuchaba -ejem-). Uno de los lados tenía el disco posteado anteriormente de the art of noise. Del otro lado, éste que ven acá abajo: los (gloriosos!) Toreros Muertos. La verdad es que entonces no tuvo muchos adeptos entre mis cumpas (y probablemente ahora tampoco, je) a excepción de un gran amigo. En su honor, este post que cierra el doblete y completa aquel cassette. Por el disco, acá.
*Ah, una cosita: No se vayan a confundir, treinta años de éxitos es solo el título, no el tiempo que tuvo la agrupación de cosechar hits.
Henry Mancini al frente de un combo de virtuosos muchachos capaces de sacarle swing a un clavicordio, instrumento no muy habitual en el genero. Casi una rareza.
PUD reincide y, en su primer doblete, publica aquí un nuevo disco de Mogwai. En este caso, la compilación de los temas que integran la musicalización de la película de D. Gordon y P. Parreno.
Cuando ya estaba cerca de su retiro, a Zidane le propuesieron hacer una película a partir de su desempeño durante un partido completo del Real Madrid, donde jugaba por entonces. Tendría la duración real de un partido de fútbol y sería el seguimiento audiovisual nunca más detallado de quien, aún hoy, es considerado como uno de los mejores jugadores de los últimos tiempos (probablemente, el mejor de la Era Post.Diego).
El resultado de aquella aventura estética resultó ser un film de enorme factura. Que pese a seguir en buena medida el estereotipo de peli-francesa-requete-lenta, tiene a la vez, y sobre todo, lo mejor del cine francés: una exquisita poesía.
En este sentido, un componente sutil, pero decisivo, de la película es la música de Monsieur Mogwai, cuyos primeros acordes, si bien demoran en aparecer (y lo hacen de improviso, como todo lo que sucede en la película donde, por cierto y como ha dicho el mismo Zidane, pasa de todo), cuando entran en juego resultan tan precisos como los pases del propio Zizou.
El valor de uso del disco trasciende tranquilamente su condición de soundtrack. Basta que el lector/oyente tenga la disposición de escucharlo, acaso en un momento introspectivo.